miércoles, 17 de junio de 2015

Quiñónez, la muralla boliviana en la Copa América


El guardameta boliviano es catalogado como una de las figuras del actual torneo de selecciones del continente.

Romel Quiñónez es el nombre que más se oye en estos días en Bolivia y en Ecuador. O, para ser precisos, del que más se habla en toda América.

El joven de 22 años, oriundo de San José de Chiquitos, fue el héroe de la Verde y el verdugo de los ecuatorianos que tuvieron en él a una muralla que les impidió empatar el lunes en Valparaíso en el partido del grupo A de la Copa América de Chile.

Su excelsa noche bajo los palos de la Verde garantizó que su equipo ganara por 2-3, tras irse arriba por 0-3 al descanso, ante un Ecuador que intentó batirlo en múltiples oportunidades.

Atajó un penalti, el travesaño también le ayudó, sus defensas fueron sus principales escuderos y hasta tuvo el viento en contra, pero de forma increíble todo sopló a su favor en el estadio Elías Figueroa Brander.

Con cara de niño y 1,82 de estatura, el portero del Bolívar dice que su buen presente deportivo se lo debe al trabajo, tuvo que bajar más de seis kilos de peso, "y a Dios".

"No tengo palabras para decir todo lo que siento. Estoy muy agradecido con Dios por tenerme acá", expresó después del primer triunfo de Bolivia en Copa América tras 18 años.

Su felicidad era notoria. Apenas lleva diez partidos con la selección y en Valparaíso se consagró como el uno de la Verde, sin discusión.

"Estamos alegres porque pusimos alma, corazón y vida para ganar a Ecuador. ¡Ganamos después de tanto tiempo en Copa América!", exclamó.

Su carrera comenzó en la academia Aguilera Tahuichi de Santa Cruz de la Sierra, de la que salió para llegar en 2010 al Bolívar para disputar un torneo de reservas. Al mes debutó, con solo 18 años, como profesional.

Salió campeón en la temporada siguiente y dos años después ganó el Clausura 2013. Se quedó con la titular en su club y en septiembre acudió por primera vez con Bolivia a los partidos contra Paraguay y Ecuador por las eliminatorias a Brasil 2014.

Precisamente, como cosa del destino, debutó en el empate con Ecuador en La Paz.

Quiñónez aún no se la cree y el culpable de la felicidad de más de diez millones de bolivianos admite, con total nobleza, su culpabilidad en el gol de Miller Bolaños. "Me comí el segundo de ellos".

También reconoció que la Tri presionó mucho en el complemento.

"La cancha estaba inclinada en el segundo tiempo para nosotros y además tuvimos el viento en contra", algo que no se notó en él, pues al final tuvo todo a su favor.

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