viernes, 21 de noviembre de 2014

Naturalizados, amor por el país más que por el fútbol



Qué dirá tu hija cuando le digan que no quisiste ser boliviano como ella?”, fue un cuestionamiento que le hizo reflexionar al exarquero Carlos Trucco, allá por 1989. Un par de días después de eso, argentino de origen, decidió adoptar su nueva nacionalidad, que luego lo llevó a jugar un Mundial de fútbol.

Los jugadores naturalizados en Bolivia eran muchos más antes, aunque precisarlo es complicado; sin embargo, los testimonios dan fe de que una buena parte de ellos lo hizo por el cariño y el trato recibido en el país, no solo por jugar, e incluso no se marcharon más y se quedaron a vivir aquí.

“Es inexplicable, pero mi hija nació allá (en Bolivia), es cambita. Viví hermosos años y si no era por las mejores perspectivas económicas que encontré en México, yo no salía de ese país. Acá estoy como boliviano y mantengo muchos vínculos con el país. Me naturalicé porque me sentí boliviano”, dice Trucco.

De acuerdo con el periodista Tito de la Viña, el auge de la naturalización de futbolistas extranjeros que se encariñaron con el país y se quedaron a formar familia se dio entre la décadas de los años 60 y 70, aunque desde los 50 —cuando nació el fútbol profesional en Bolivia— o incluso antes se dieron las primeras, siendo una de ellas la del centromedio argentino Raúl Botafogo Fernández, quien se naturalizó en 1945 y jugó con la selección boliviana el Sudamericano de Chile.

“Era rudo, recio y fuerte, hecho a la talla del Tigre (The Strongest). Se encariñó con el país y se hizo boliviano. Era carismático, siempre que derribaba a sus rivales se sentaba sobre ellos y se ponía a reir”, recuerda De la Viña. Años después, la Federación Boliviana de Fútbol (FBF) naturalizó a Roberto Caparelli y Antonio Greco, ambos de Litoral. Jugaron en la selección de los años 50.

Después hubo muchos futbolistas que se hicieron bolivianos y no solo jugaron para la selección, sino que se quedaron a radicar y formar familia en el país. Por ejemplo, Ramón Guillermo Santos, Mario di Meglio, Mario Rojas, Raúl Álvarez, Juan Farías, Vicente Moreno, Roberto Cainzo, Eduardo Espinoza, Juan Américo Díaz, Luis Liendo, Luis Galarza, Ricardo Fontana y Juan Carlos Sánchez. Varios aún viven en el país.

Entre los años 80 y 90, la naturalización de jugadores extranjeros no fue la misma de antes en cantidad y quienes en su momento dieron ese paso por el cariño al país, también lo hicieron impulsados por los dirigentes de clubes por motivos deportivos, para ganar un cupo más de extranjero para otro futbolista de afuera.

En la selección mundialista de 1994 hubo cuatro naturalizados destacados como Trucco, el portero Darío Rojas —quien vive en Santa Cruz— y Gustavo Quinteros, que trabaja en Ecuador. El cuarto naturalizado de esa selección fue Luis Cristaldo, nació en Formosa, Argentina, de madre boliviana, pero cuenta que igual a sus 15 años la directiva de Oriente le ayudó a naturalizarse, porque no tenía la otra documentación.

De ahí en más la cantidad de naturalizados que jugaron para la Verde bajó más: Fernando Ochoaizpur (1997), Leonardo Fernández (2004), Álex da Rosa (2008) y Pablo Escobar (2008). “Llevo muchos años en Bolivia, desde 2004, y en todo este tiempo me sentí tranquilo, especialmente por la acogida de la afición. Tengo tres hijos paceños y la mayor parte de mi carrera la hice acá. Soy un boliviano como el resto”, sostiene Escobar.

El último futbolista que adoptó ese camino es el argentino y ahora boliviano Damián Lizio, que llegó al país para jugar en Bolívar, se casó con una ciudadana boliviana, tiene un hijo boliviano (cruceño) y se naturalizó en enero de 2014. Ya disputó dos cotejos oficiales con el seleccionado nacional y tuvo destacadas actuaciones.

La herencia

Liendo

El exvolante de Chaco Petrolero en la década de los 70, el cordobés Luis Liendo, se naturalizó y se quedó a vivir en Bolivia. Su hijo del mismo nombre también es futbolista (jugó en varios clubes).

Galarza

Luis Galarza jugó 20 años al fútbol profesional. Lo hizo en los grandes de La Paz y en la selección. Se enfrentó a su hijo Sergio, también arquero, quien le siguió los pasos.

Pionero

El argentino Raúl Fernández, de The Strongest, de quien se dice que fue el primer naturalizado en 1945, jugó por la selección. Su hijo Juan Carlos Fernández también fue futbolista.

No son bolivianos, pero igual se quedaron

Jugaron durante años en diferentes clubes del país, no se naturalizaron, pero igual se quedaron a radicar en Bolivia. Por supuesto, tampoco les tocó defender los colores de la selección nacional. Son exfutbolistas extranjeros que decidieron continuar aquí.

El periodista Tito de la Viña cuenta que, por ejemplo, el periodista y entrenador uruguayo Julio Borelli Viteritto, quien vivió para trabajar por el deporte boliviano, una vez que llegó al país formó su familia, hizo grande su nombre, fue distinguido, falleció, pero siempre mantuvo su nacionalidad. “Así como Borelli, hay otros periodistas y mucho más jugadores que se quedaron porque el cariño y la paz de nuestro país los atrapó”, sostiene.

Entre esos casos están por ejemplo Juan César Silva, Sandro Coelho, Miguel Sanabria y otros que radican en La Paz. Víctor Hugo Andrada —él sí se naturalizó— tiene su casa y sus negocios en Potosí; además están Carlos Monteiro, Eduardo Brunetto y otros, en Santa Cruz.

También se naturalizó Celio Alves: “Aquí vivo feliz y tranquilo más de 20 años, por eso decidí quedarme. Antes iba más seguido a Brasil por ver a mis padres. Pero aquí tengo a mi hija boliviana y a mi nieto también. En 1991 decidí naturalizarme”, explica el brasileño, quien trabaja en las divisiones inferiores de Destroyers.

Quienes decidieron marcharse

Naturalizados

Por diversos motivos, entre familiares y laborales, algunos jugadores extranjeros pese a naturalizarse bolivianos se fueron igual del país. Uno de esos casos fue el de Raúl Álvarez, quien luego de jugar por Bolívar y Bolivia en los 60, regresó a la Argentina, donde falleció hace dos años.

Otros casos

Ricardo Fontana recuerda otros casos, por ejemplo de Luis Fernando Bastida, quien jugó en Bolívar, The Strongest y en la selección, y actualmente vive en Rawson, Argentina. Lo mismo pasó con el arquero Arturo Galarza, hermano de Luis, quien volvió y falleció en Paraguay.

Pidcova y Robles

Dos destacados naturalizados viven hace décadas en Oruro: Nicolás Pidcova, el argentino que fue parte de los “húngaros” de San José en los años 50, y Benjamín Robles, quien defendió a The Strongest y al equipo santo en la Liga.

Encariñado

El actual capitán y símbolo atigrado Pablo Escobar llegó a Bolivia en 2004, cuando jugó para San José; en 2005 pasó a The Strongest y desde 2008 es jugador naturalizado boliviano. De sus cuatro hijos, los últimos tres son paceños. Jugó por la selección boliviana, incluso ante su país de origen, al que le marcó dos tantos para una goleada.

Echaron raíces en el país

‘Nunca me sentí extranjero’: Juan Farías, exdelantero

“Desde los primeros días que llegué siempre estuve a gusto, nunca me sentí extranjero; por eso con el Tanque (Juan Américo Díaz) nos naturalizamos, y no sentí el cambio”.

‘Aprendí a vivir con lo que hay’: Carlos Trucco, exguardameta

“Me agarró el cariño, la solidaridad y la comprensión de la gente. De ella aprendí a vivir con lo que hay, porque no siempre tienes mucho. Esa es la lección que me marcó”.

‘Soy un boliviano más’: Víctor Hugo Andrada, exvolante

“Yo soy naturalizado desde 1989, mis hijos son argentinos, pero los mayores formaron familia boliviana y tengo nietos bolivianos. Decidí quedarme y soy un boliviano más”.

‘Vine por 6 meses y estoy 44 años’: Ricardo Fontana, exzaguero

“Creo que voy a dejar mis huesos aquí nomás. Vine por seis meses y ya vivo en La Paz hace 44 años. No sé qué explicar, pero pienso que el cariño de la gente es muy fuerte”.

‘Igual tuve que naturalizarme’: Luis Cristaldo, exmediocampista

“La gente de Oriente Petrolero, entre el 85 y el 86, me ayudó a ordenar mis papeles, por eso igual tuve que naturalizarme; pero las normas de la Liga igualito te complican”.

‘Bolivia me adoptó’: Luis Galarza, exguardameta

“Llegue al país en los 70, muy jovencito y me naturalicé el 75. Me encariñé con el país. Me casé, tengo hijos y ahora nietos bolivianos. Bolivia me adoptó y me quede nomás”.

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